No es poco frecuente que cuando una empresa (o un empresario individual) se plantea introducir en el mercado una marca comercial de productos o servicios, equivoque el orden de desarrollo y comience obteniendo el “nombre de dominio” para la página web (.COM, .MX,… etc.) así como un diseño gráfico de dicho nombre (un logotipo), dejando para el final el registro de la marca. Ese orden suele ser erróneo, vamos a explicar por qué.
Habiendo realizado una inversión tanto en la compra del nombre de dominio en web, como en el diseño de la marca; la empresa puede encontrarse, por ejemplo, con que una marca fonéticamente idéntica (o muy similar) ya está registrada por otra empresa, al tiempo que dicha marca registrada está vigente para el mismo tipo de productos o servicios que se desean amparar comercialmente bajo la marca propia que se ha desarrollado en el orden incorrecto, resultando en una considerable pérdida de tiempo y dinero.
Consecuentemente, el orden adecuado para el desarrollo de una marca comercial, empieza por tratar de obtener lo que podemos llamar una “marca base”; preferiblemente (si no se cuenta con una marca previa) de tipo denominativo, es decir con puro texto y sin gráficos.
En el momento en que se haya definido una “marca base” con suficientes garantías de registro, se puede proceder rápidamente a:
1) Obtener el nombre de dominio para la página web, y;
2) Realizar un diseño gráfico que haga la marca más distintiva y atractiva.
Contando con una “marca base”, ya hay tiempo sobrante para considerar el posterior registro de una marca más elaborada (por ejemplo, con un logotipo) bajo el mismo nombre.
Si tienes intención de conocer más al respecto, también podrías leer nuestro artículo acerca del proceso de registro internacional de marcas.
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